“Educar es depositar en cada hombre toda la
obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo
viviente, hasta el día en que vive, es ponerlo a nivel de su tiempo, para que
flote sobre él y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no puede salir a
flote, es preparar al hombre para la vida”.
La apropiación de valores forma parte de un proceso
ideológico que se lleva a cabo en correspondencia con las exigencias de la sociedad y en el que
mucho tiene que ver el funcionamiento de la familia, pues ella es considerada
como la fuerza más poderosa en la educación y formación de la personalidad, por
lo que su ejemplo personal es de vital importancia. Si éste es adecuado será
sin duda una garantía en la formación moral y social de niños, adolescentes y
jóvenes.
Muchas veces los hijos llegan a la etapa de la juventud, sin
hábitos de educación formal y sin participación alguna en las tareas hogareñas,
al punto de convertirse en personas inútiles y de vocabulario inculto, aun
cuando están en plenitud de facultades físicas y mentales.
La familia de acuerdo con la edad del menor debe establecer
deberes permanentes que constituyan responsabilidad compartida, darle
participación en la toma de decisiones, y orientar tareas que propicien la formación
en los jóvenes de hábitos correctos, de
sentimientos, cualidades, convicciones y actitudes para su posterior
desenvolvimiento ante el mundo que lo rodea.
En ello la comunidad también juega un papel fundamental y se
puede apreciar cuando desde edades tempranas
le damos participación en actividades como la recogida de materias
primas, en jornadas de limpieza y embellecimiento en el barrio, así como en la preparación de áreas de su
escuela, para realizar reuniones de cederistas, federadas, rendiciones de
cuentas y colegios electorales, a pesar de no tener edad para formar parte de
dichas organizaciones de masas.
Y qué decir entonces de la escuela en torno a la educación
en valores cuando en ella pasamos la mayor parte de nuestra vida, en ella se
ofrecen múltiples posibilidades con el docente como máximo responsable, no solo
de trasmitir información, conocimientos y experiencias sino de preparar a cada
ciudadano de manera integral y dotarlos de las mejores herramientas para
interactuar con el momento histórico que les tocó vivir.
El maestro debe realizar labor educativa en todo momento, a partir de la
caracterización de cada estudiante y grupo con el cual trabaja teniendo en cuenta las diferentes áreas, la
intelectual, afectiva motivacional y la volitiva conductual, debe trazar acciones concretas docentes y
extradocentes, en concursos, en encuentros deportivos y recreativos.
La creación de los centros mixtos dentro de la comunidad
ofrece muchas ventajas para el desarrollo eficiente de esta labor, ya que
permite el accionar directo de los diferentes agentes sociales y factores de la
comunidad en la educación de los estudiantes, a partir de las potencialidades existentes en cada territorio.
Lograr una correcta educación en valores a mi juicio es posible, si se trabaja de
manera integrada y cohesionada en el
medio familiar, escolar y social, con el
apoyo de uno u otro agente social según sea el caso, en busca de una
personalidad integral en niños adolescentes y jóvenes que puedan defender
nuestras raíces.
Así lo demostraron próceres
como Rafael María de Mendive,
José Martí, Enrique José Varona, Félix Varela y muchos otros, que fueron
capaces de educar a más de una generación,
en el patriotismo, en la justicia social, la libertad y la
intransigencia ante lo mal hecho.
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