Muchas veces escuchamos decir “Ayuda
siempre, no hieras nunca” o “Haz bien y no mires a quien”, son frases
que muy bien pudieran tenerse en cuenta cuando de disciplina social se
trata. Y es que para que la humanidad exista es preciso que las personas
lleven formas de vida organizada en todos los ámbitos de la sociedad.
La disciplina social va aparejada al quehacer diario de la persona desde el momento que despierta hasta que se va a dormir, debe empezar desde edades tempranas y es tan necesaria en los niños, adolescentes y jóvenes como en los adultos.
En la actualidad, se hace más notable que las personas no observan las reglas en determinadas situaciones y la vida se ha vuelto intolerable, en un país que tradicionalmente sobresale por su empeño en educar a sus hijos.
Pudiéramos citar cuestiones tan simples como cuando eligen caminar por el medio de la calle en lugar de usar la acera, conversan en la acera grupos de personas dotadas de bolsos, sombrillas y otros atuendos y las bicicletas ruedan por las aceras en lugar de las carreteras, sin percatarse que además de dañarse a sí mismo, obstaculizan el paso de otros.
No deja de ser molesto el comportamiento de personas que tienen posiciones de autoridad en administraciones o instituciones o simplemente trabajan con público, que se comportan como mejor les plazca. A la hora de adquirir un producto, no se tiene en cuenta el orden de la cola propiciando molestias y desorden
Y qué decir de la convivencia en el barrio, en edificios multifamiliares, la música con exceso de volumen a cualquier hora del día, la falta colectivismo en determinadas tareas que forman parte del objeto social de organizaciones de masas.
Tales situaciones no surgen espontáneamente, casi siempre están asociadas a la falta de exigencia, de control, de cultura, la negligencia y otras dañinas manifestaciones que dejan los espacios propicios para que aparezcan.
Pienso que urge rescatar los valores deformados recordemos que disciplina significa la observancia de ciertas reglas bien definidas, es conocimiento, instrucción, es cumplir con las normas, reglamentos o leyes dispuestas para sostener la moral y las buenas costumbres en los ámbitos en los cuales interactúan, une a un hombre con otro y a una sociedad con otra. Sin tal regulación no es posible mantener la condición humana.
La disciplina social va aparejada al quehacer diario de la persona desde el momento que despierta hasta que se va a dormir, debe empezar desde edades tempranas y es tan necesaria en los niños, adolescentes y jóvenes como en los adultos.
En la actualidad, se hace más notable que las personas no observan las reglas en determinadas situaciones y la vida se ha vuelto intolerable, en un país que tradicionalmente sobresale por su empeño en educar a sus hijos.
Pudiéramos citar cuestiones tan simples como cuando eligen caminar por el medio de la calle en lugar de usar la acera, conversan en la acera grupos de personas dotadas de bolsos, sombrillas y otros atuendos y las bicicletas ruedan por las aceras en lugar de las carreteras, sin percatarse que además de dañarse a sí mismo, obstaculizan el paso de otros.
No deja de ser molesto el comportamiento de personas que tienen posiciones de autoridad en administraciones o instituciones o simplemente trabajan con público, que se comportan como mejor les plazca. A la hora de adquirir un producto, no se tiene en cuenta el orden de la cola propiciando molestias y desorden
Y qué decir de la convivencia en el barrio, en edificios multifamiliares, la música con exceso de volumen a cualquier hora del día, la falta colectivismo en determinadas tareas que forman parte del objeto social de organizaciones de masas.
Tales situaciones no surgen espontáneamente, casi siempre están asociadas a la falta de exigencia, de control, de cultura, la negligencia y otras dañinas manifestaciones que dejan los espacios propicios para que aparezcan.
Pienso que urge rescatar los valores deformados recordemos que disciplina significa la observancia de ciertas reglas bien definidas, es conocimiento, instrucción, es cumplir con las normas, reglamentos o leyes dispuestas para sostener la moral y las buenas costumbres en los ámbitos en los cuales interactúan, une a un hombre con otro y a una sociedad con otra. Sin tal regulación no es posible mantener la condición humana.
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